Dormidos estamos los dos. Bien dormidos. Sueño con su voz diciendo cosas sin sentido, pero he aprendido a no tomar en cuenta los sueños que no tienen mayor explicación. Su voz sigue sonando en mi sueño, en mi subconcsiente. Despierto. El ya esta sentado al borde de la cama.
"Qué onda?"...
Camilo no me responde porque sigue al teléfono. No dice mucho, sólo repite palabras de alto calibre que no hacen más que asustarme. O a Camilo le dio por la moda del sonambulismo, o algo grave pasó. Ojalá sea la primera opción... prefiero un marido ausente en sueños que una noche inolvidablemente amarga.
"Hubo un terremoto en Chile... parece que está la cagá..."
No digo nada y me levanto de un salto. Camilo me sigue. Estiro la mano para agarrar mi computador, pero recuerdo que el de Camilo esta siempre prendido. El lo toma primero que yo y lo abre. Yo por mientras conecto Internet. Esto de ser pareja complementaria es tanto más útil en momentos como éste.
Miro la hora. 02:23 de la madrugada. En Chile son las 04:23, sólo una hora después de la súper sacudida. Muchos nos han dicho que nos salvamos, que qué suerte la nuestra por estar viviendo tan lejos!...lo que no se imaginan estas personas, es la desesperación que se siente al saber que algo malo le ocurrió a tu país, que algo peor le puede haber pasado a tu gente, y tu ahí...a kilómetros de distancia, sin saber porqué, dónde, cómo... con una pantalla de computador como única vía de comunicación, de escape.
Camilo intenta llamar a su casa. No hay respuesta. Buscamos en Internet algún indicio de lo sucedido. Nada...sólo unas pequeñas notas relatando la información básica: "Un fuerte sismo de 8,8 grados azotó la zona central de Chile". Me meto a mi facebook donde un amigo entrega un poco más de datos, pero nada que nos tranquilice, al contrario, más nerviosos nos ponemos.
Yo llamo a mi casa. Mi madre contesta a los pocos segundos. Suerte la mía al poder comunicarme de inmediato con mi familia y enterarme de que está todo bien, todo en su lugar, nada que lamentar. Sólo mi hermano que no ha dado señales de vida. Camilo intenta de nuevo y nada. Lo mismo pasa con las siguientes 10 llamadas. La suerte nos acompaña nuevamente y nos comunicamos con su tía. Todo está bien, todo en su lugar, nada que lamentar. Volvemos a la cama, con la mente y el espíritu un poco más en paz.
Al día siguiente veríamos la realidad con otros ojos. Veríamos la mitad de nuestro país por los suelos, y la otra lista y preparada para ayudar. Nos costaría volver a comunicarnos con nuestras familias, pero no importaba... ya sabíamos que estaba todo bien, todo en su lugar, nada que lamentar.
"Qué onda?"...
Camilo no me responde porque sigue al teléfono. No dice mucho, sólo repite palabras de alto calibre que no hacen más que asustarme. O a Camilo le dio por la moda del sonambulismo, o algo grave pasó. Ojalá sea la primera opción... prefiero un marido ausente en sueños que una noche inolvidablemente amarga.
"Hubo un terremoto en Chile... parece que está la cagá..."
No digo nada y me levanto de un salto. Camilo me sigue. Estiro la mano para agarrar mi computador, pero recuerdo que el de Camilo esta siempre prendido. El lo toma primero que yo y lo abre. Yo por mientras conecto Internet. Esto de ser pareja complementaria es tanto más útil en momentos como éste.
Miro la hora. 02:23 de la madrugada. En Chile son las 04:23, sólo una hora después de la súper sacudida. Muchos nos han dicho que nos salvamos, que qué suerte la nuestra por estar viviendo tan lejos!...lo que no se imaginan estas personas, es la desesperación que se siente al saber que algo malo le ocurrió a tu país, que algo peor le puede haber pasado a tu gente, y tu ahí...a kilómetros de distancia, sin saber porqué, dónde, cómo... con una pantalla de computador como única vía de comunicación, de escape.
Camilo intenta llamar a su casa. No hay respuesta. Buscamos en Internet algún indicio de lo sucedido. Nada...sólo unas pequeñas notas relatando la información básica: "Un fuerte sismo de 8,8 grados azotó la zona central de Chile". Me meto a mi facebook donde un amigo entrega un poco más de datos, pero nada que nos tranquilice, al contrario, más nerviosos nos ponemos.
Yo llamo a mi casa. Mi madre contesta a los pocos segundos. Suerte la mía al poder comunicarme de inmediato con mi familia y enterarme de que está todo bien, todo en su lugar, nada que lamentar. Sólo mi hermano que no ha dado señales de vida. Camilo intenta de nuevo y nada. Lo mismo pasa con las siguientes 10 llamadas. La suerte nos acompaña nuevamente y nos comunicamos con su tía. Todo está bien, todo en su lugar, nada que lamentar. Volvemos a la cama, con la mente y el espíritu un poco más en paz.
Al día siguiente veríamos la realidad con otros ojos. Veríamos la mitad de nuestro país por los suelos, y la otra lista y preparada para ayudar. Nos costaría volver a comunicarnos con nuestras familias, pero no importaba... ya sabíamos que estaba todo bien, todo en su lugar, nada que lamentar.