viernes, 17 de septiembre de 2010

OK...yo denuevo...

Y si...

Mi señor esposo ocupado está y yo estoy aquí, nuevamente frente al computador, para escribir el último reporte de nuestra vida torontoniana. Me imagino algunos rostros defraudados. Lo sé. Pero si el caballero no se digna a relatar sus andanzas, la esposa tendrá que hacerse cargo.

Como siempre.

Ok...resumen hiperventilado de nuestro verano.

CHILE. Con unas ganas incontrolables de ser mimados, partimos a nuestra tierra por 3 semanas. Logramos nuestro cometido?...yo diría que si. Camilo subió de peso después de haber sido atacado por la pereza culinaria (léase "prefiero no comer porque no tengo tiempo a pesar de que mi hermosa y abnegada esposa me mandó un almuerzo sano y nutritivo"), yo mantuve el mío (si tu pareja pierde 10 kilos, la gente espera ver el mismo efecto en ti. Éste no fue el caso), fuimos mimados al extremo, asaltamos a nuestros progenitores mendigando con todas las cosas que nos hacían falta en casa (y otras que no tanto), y compartimos con las amistades.

OTAWA. León, Laura y Mila nos recibieron en su hogar, gracias a lo cual pudimos conocer la capital canadiense. Mila se enamoró completa y perdidamente de Camilo. Jamás había visto la coquetería embotellada en un pequeño ser humano de 1 año de edad y menos de 1 metro de alto. Ternura absoluta.
NY y PHILLY. Tras una búsqueda laboral que no fructificaba, partimos a NY y Philly a matar las penas y a visitar amigos y familia. Mi primera vez en NY. Notable, y todo gracias a los Mario que nos hospedaron en su humilde morada. Philly?...festejando la llegada oficial de un nuevo miembro familiar. A decir verdad se me hizo bastante corto, y quedaron muchas cosas por conocer. Habrá que repetir el viaje.



TORONTO. Nuestro hogar lejos del hogar. Un verano húmedo, caluroso y ajetreado es el que nos ha ofrecido esta ciudad, especialmente para Camilo, que tras volver de nuestro paseo por la gran manzana se consiguió 2 pegas en vez de una. Lo que es yo, me dedique a conocer mejor la ciudad, educar mi ojo fotográfico, perseguir estrellas de cine, escribir y aguantar el calor extremo y mojado de 41 grados celsius.


Ahora estamos ad portas del famoso Bicentenario, del otoño, una nueva gama de colores invernales y las ganas de que sea diciembre para viajar a Chile a pasar las fiestas.

Ah...bueno...y de que yo pueda encontrar una pega...POR FAVOR!...

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